02 – Tipos de Residencias
Desde los años cuarenta ha habido una evolución en el concepto de Residencia.
Inicialmente, se consideraba a la persona que necesitaba cuidados como un “asilado o acogido”. Eran personas con pocos o ningún recurso y se ofrecía una atención mínima. Las habitaciones tenían hasta seis camas y los baños estaban centralizados. Se disponía aproximadamente de unos 15 m2 por persona.
En el segundo modelo empleado a partir de los años sesenta, la referencia son los Centros Hospitalarios y se eleva la categoría de la persona a “paciente”. Mejora la atención y empiezan a aparecer aspectos técnicos específicos de la gerontología. Si bien la organización del espacio no cambia excesivamente, el ratio de superficie se dobla hasta los 30 m2 por persona.
A partir de los ochenta surge el tercer modelo de residencias. Las personas se consideran “residentes” y el modelo de atención se centra en desarrollar las competencias y no en las carencias. Se descentralizan los espacios comunes, las habitaciones tienen baño propio y se empiezan a formar unidades autónomas dentro del mismo edificio. Aparecen alternativas como Centros de día y viviendas Tuteladas. El tamaño medio de las residencias es de unas 80 a 120 personas organizadas en grupos de entre 20 y 30 residentes, estos cuentan con un espacio medio de unos 40 m2 por persona.
Los noventa nos traen el cuarto modelo de residencias donde los “usuarios” son el centro de los modelos integrales de atención. Se organizan en 3 o 6 unidades de convivencia de entre 8 y 12 personas y se descentralizan los servicios como cocina, lavandería y administración. Estos espacios se redistribuyen en las distintas unidades con lo que los usuarios cuentan un incremento considerable de espacio que a veces llega a los 80 m2 por persona.
En la actualidad conviven los cuatro modelos, aunque los dos primeros están desapareciendo. La mayoría de los Centros toman como referencia el tercer modelo.
La organización y formación del personal, el nivel de participación de familiares y usuarios y la rentabilidad económica del espacio son factores determinantes que influyen en que el cuarto modelo de residencias se desarrolle con éxito.